Don Rigo López lleva cachucha, Don Armando Ventura y yo llevamos puesto, sombrero. Nuestros zapatos son para usar en domingo y no para emprender un viaje por un sendero tan escabroso como empinado. Vamos camino a "La Cantería de San Luis Rey de Francia". El cielo está pintado de un plomo amenazador, pero justo cuando empezamos a subir la cuesta final, el rey sol desenvaina su espada de oro y las nubes grises huyen al confín donde pertenece lo feo y lo gris. Don Rigo ha venido cargando en su morral un puñado de naranjas y trae colgado de su cintura un machete filoso. Alargándome una partida por mitad, me dice:
-¡Chúpese una su naranja don Oscar!
Estamos sumergidos entre un mar de matas de milpa y desde aquí, alargando el pescuezo, podemos divisar en lontananza, las cúpulas de la monumental iglesia colonial, donde el Santo Patrono, San Luis Rey de Francia sonríe a todos sus fieles sanluiseños. Dando unos cien pasos más habremos arribado a la cantería.
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Ahora caminamos agachados tratando de librarnos de bejucos y ramas. De mi cabeza van cayendo a mi cuello gotas de sudor copioso y caliente.
-Tengo años, quizás siglos de no sudar, -les confieso a mis acompañantes.
En respuesta, don Armando Aventura, se lleva el dedo índice a sus labios y me pide escuchar. Por el aire ralo viaja el sonido producido de golpes de almádana y cincel.
-Mire allá -me pide don Rigo.
Con su dedo índice me va llevando la mirada hasta una cueva donde está trabajando don Julián. El maestro de cantería está puliendo una piedra para moler maíz, especies y otros mejunjes. Para ver de cerca esta maravilla de San Luis, estamos, ahora, bajando por un atajo angosto y pedregoso.
- Buenos días, don Julián, ¿qué tal de trabajo?
-Por aquí mire, quebrando piedras.
-Aquí, no veo a un hombre rudo, con piel color de cobre, golpeando lajas grises -me digo sorprendido-. Aquí veo, a un artífice Maya esculpiendo como esculpieron estelas y monolitos los sabios artesanos de su raza.
Nadie me está viendo los ojos, pero de seguro los tengo abiertos del tamaño de una luna llena. Estoy extasiado, alucinado y mudo de asombro.
En un arrebato de euforia abrazo a don Julián. Untado de su sudor me siento el más digno de los hombres. Estoy untado de gloria de la gloriosa raza maya. Don Julián es nieto de aquellos astrónomos conocedores de los misterios del cielo, poetas de luz, edificadores de los templos más altos del mundo y maestros pintores exquisitos sin rival. Con todos estos pensamientos revoloteando por mi mente y sintiendo mi cuerpo flotando en el Olimpo Maya, aún no le he dado las gracias a don Julián por posar para mi cámara y por permitirme tomarme una foto junto a él. Con tanta fiesta en el pecho, también he dejado de sentir las agujas del sol picarme la espalda. En vez de eso, una frescura de eterna primavera me ha refrescado cada rincón del alma y del corazón.
Ahora, de regreso al pueblo, el matate de don Rigo ya no pesa. En un arrebato de emoción le regaló las naranjas a don Julián y a los otros escultores de La Cantería de San Luis Rey de Francia. Todos traemos de regreso fresco nuestro espíritu, hemos bebido cultura ancestral y por ahora no tenemos sed. A nuestro paso nos saluda con su mugido una mancha de ganado vacuno pastando por esos montes de Dios. Un niño junto a una quebrada cantarina eleva un barrilete y las cinco cúpulas de la iglesia muestran su blanquísimo esplendor contra la gloria de un imperturbable cielo azul. De los chistes, dichos y refranes contados de regreso a San Luis, por la lengua traviesa y pícara de don Rigo y don Armando, lo contaré en otro editorial.
COMO DICEN LAS PALABRAS DEL.[AL BUEN CHAPIN]
ResponderEliminarQUE CHILERO SER CHAPIN MUCHA PORQUE GUATE ES CALIDAD.
ME SIENTO FELIZ POR NUESTRAS CULTURAS,Y MAS POR LAS PERSONAS QUE ESTAN TOMANDO ENCUENTA LO VALIOSO DE NUESTRO SAN LUIS. SE LOS AGRADESCO DE ANTEMANO LO QUE HACEN POR NUESTRO BELLO PUEBLO, POR MANTENER VIVA LAS CULTURAS.RELIJIONES.Y ARTESANIAS Y TODO LO DEMAS .
DEPARTE DE LA FAMILIA. MANUEL DAMIAN LOS FELICITAMOS Y NOS SENTIMOS ORGULLOSOS DE SER SAN LUISEñOS. DE CORAZON.